El desierto de Atacama florece nuevamente y deslumbra con un espectáculo natural excepcional

Un fenómeno inusual, pero cada vez más frecuente, transforma el paisaje árido del norte chileno.

El desierto de Atacama, considerado el más seco del planeta fuera de las regiones polares, volvió a cubrirse de flores en un fenómeno que, aunque raro, ha comenzado a manifestarse con mayor regularidad en la última década. La superfloración, como se conoce, ocurre cuando condiciones excepcionales permiten que miles de semillas latentes bajo la arena germinen simultáneamente, generando una explosión de color en medio del paisaje árido.

Este año, las lluvias inusuales registradas en zonas del norte, particularmente en áreas como el Parque Nacional Llanos de Challe, fueron determinantes. En esos sectores se registraron hasta 60 milímetros de precipitación entre julio y agosto, una cifra considerable en un lugar donde la media anual es de apenas dos milímetros. Estas lluvias están asociadas a los efectos del fenómeno climático El Niño, que aumenta la temperatura del océano y la humedad en la costa, generando precipitaciones capaces de despertar la vida vegetal del desierto.

En los últimos 40 años, se han documentado alrededor de quince episodios de floración masiva en Atacama, pero su frecuencia ha aumentado: en la última década se han registrado grandes eventos en 2015, 2017, 2022 y ahora en 2025, incluso bajo condiciones adversas como las que impone La Niña. El ciclo actual comenzó en septiembre y podría extenderse hasta noviembre, o incluso enero en algunas zonas donde florecen especies más resistentes al calor.

Más allá de su valor ecológico y científico, la superfloración se ha convertido también en un fenómeno turístico. Visitantes de todo el país y del extranjero acuden al desierto para presenciar el contraste entre el suelo ocre y la variedad de flores que tiñen el paisaje de tonos lilas, blancos y amarillos.