Cada vez más padres optan por viajar con sus hijos mayores, con el objetivo de crear recuerdos compartidos y fortaleciendo vínculos intergeneracionales.
En Estados Unidos, las vacaciones familiares están adoptando una nueva dimensión: los viajes con hijos adultos se han convertido en una tendencia en crecimiento que redefine la forma en que las familias se conectan en la adultez.
Ya no se trata de los tradicionales viajes con niños pequeños, sino de una nueva etapa en la que padres e hijos mayores —incluso abuelos— comparten experiencias significativas, alejados de las rutinas y presiones cotidianas.
Según una reciente encuesta de la Family Travel Association (FTA), elaborada junto a la Universidad de Nueva York y la Edinburgh Napier University, el 84% de los padres estadounidenses aseguró que probablemente viajará con sus hijos adultos (hasta los 26 años) en el próximo año, una cifra cercana al 88% que afirma hacerlo con hijos menores. Además, un 55% de las familias ya está organizando viajes multigeneracionales.
Esta modalidad responde a dos grandes motivaciones, explicó a la prensa especializada Lynn Minnaert, decana de la Facultad de Hospitalidad en la Metropolitan State University de Denver. “La primera es disponer de tiempo de calidad para reconectarse fuera del ritmo diario. La segunda, más profunda, tiene que ver con un nuevo tipo de legado: no solo dejar una herencia material, sino vivir momentos significativos juntos mientras aún se puede”, señala.
La industria turística comienza a adaptarse a esta demanda. Compañías especializadas en turismo de lujo diseñaron itinerarios centrados en las preferencias de los hijos adultos, que suelen buscar experiencias auténticas, sostenibles y culturalmente enriquecedoras.
Backroads, una empresa de turismo activo con más de 35 años de experiencia, detectó la misma tendencia. En 2019 lanzó su línea “20s & Beyond”, diseñada para familias con hijos mayores interesados en actividades más exigentes y destinos aventureros. Hoy ya ofrece 80 itinerarios que incluyen caminatas por parques nacionales, ciclismo en Asia y recorridos invernales por Canadá.
Más allá del disfrute inmediato, los viajes con hijos adultos se presentan como una forma poderosa de fortalecer los lazos afectivos en etapas de transición vital —universidad, empleo, matrimonio— para consolidar una herencia emocional familiar.