El gobierno de Javier Milei levantó buena parte de las restricciones para comprar dólares, con una devaluación controlada del tipo de cambio oficial. Mientras tanto, se endurecen los controles sobre consumos en el exterior.
La economía argentina atraviesa una nueva etapa de reformas impulsadas por el gobierno de Javier Milei. Esta semana, una de las medidas más significativas fue la flexibilización del llamado “cepo cambiario”, una serie de restricciones que durante más de una década limitaron el acceso de los ciudadanos argentinos al mercado oficial de divisas.
A partir de ahora, los residentes en el país vecino podrán comprar dólares para ahorro de manera libre, sin cupo y sin las percepciones e impuestos que habían encarecido esta operación en los últimos años.
El “cepo” se implementó originalmente en 2011 bajo el mandato de Cristina Fernández de Kirchner como una barrera para evitar la fuga de capitales y proteger las reservas del Banco Central de la República Argentina (BCRA). Desde entonces, se mantuvo con diversas modificaciones, incluyendo topes mensuales, percepciones impositivas del 30% y 35%, y controles cruzados que dificultaban el acceso al dólar oficial.
Con el objetivo de estabilizar la economía y atraer inversiones, el gobierno actual acordó con el Fondo Monetario Internacional (FMI) un nuevo paquete de asistencia por 20.000 millones de dólares. Este respaldo financiero permitió liberar el mercado cambiario dentro de una banda de flotación acordada entre 1.000 y 1.400 pesos por dólar.
En su primera jornada operativa bajo este nuevo esquema, el dólar cerró a 1.230 pesos, una devaluación del 12% respecto al valor oficial previo, pero al mismo tiempo menor a los 1.362 pesos que costaba el dólar “MEP” (el más barato al que podía acceder el viajero argentino para pagar los gastos de turismo en dólares).
Entonces, paradójicamente, el levantamiento del “cepo” implicó una devaluación del dólar oficial, pero un abaratamiento del dólar real con el que los turistas pagan sus viajes al exterior (la otra opción es el “dólar tarjeta”, el más caro, ya que tenía y sigue teniendo una percepción extra del 30%).
Para los viajeros argentinos que salen al exterior, es una buena noticia. Para el turismo receptivo argentino, en un país muy caro en dólares, el impacto todavía está por verse.
A esto se suma la incertidumbre por la inflación. A pesar de que el presidente Milei aseguró que “los precios no tienen por qué aumentar”, el temor a una nueva ola inflacionaria no se disipa.
Según el INDEC, la inflación ya había repuntado en marzo, alcanzando un 3,7% mensual, y se espera que el impacto del nuevo tipo de cambio oficial —sumado a los ajustes comprometidos con el FMI— tenga efectos sobre bienes dolarizados, especialmente en el rubro energético.
Compras en el exterior: sigue el recargo y llegan nuevos controles
Aunque el acceso al dólar oficial se libera, el gobierno argentino decidió mantener el 30% de recargo para compras realizadas con tarjeta en el exterior, lo que también afecta a consumos en Chile, que en los últimos tiempos vive un “boom” de compras de argentinos. Así, el tipo de cambio efectivo para pagar consumos con tarjeta en el extranjero supera los 1.500 pesos por dólar, dependiendo de la cotización del día.
Pero más allá del precio, un nuevo factor amenaza con desalentar el turismo de compras hacia Chile. A partir de julio de 2025, entrará en vigor una resolución de la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA) que exigirá a todos los bancos argentinos informar con lujo de detalle cada operación internacional realizada con tarjetas de crédito o débito.
Durante años, cruzar la cordillera en busca de precios más convenientes fue una costumbre arraigada para muchos argentinos. Electrodomésticos, vestimenta y tecnología encabezaban la lista de productos más buscados en ciudades como Santiago, Viña del Mar, Iquique o incluso en localidades fronterizas como Los Andes. Esa práctica, incentivada por el diferencial cambiario y promociones bancarias, incluso generó un flujo comercial constante con provincias como Mendoza y Neuquén.
Pero la nueva normativa de ARCA podría poner fin a esta costumbre. A partir de julio, cada compra en el exterior será registrada con información que incluye el monto, el país, el comercio, el número de tarjeta y, especialmente, el código MCC, que identifica el tipo de producto o servicio adquirido. También se controlarán las tarjetas adicionales, lo que amplía aún más la trazabilidad.
Las compras que no se condigan con los ingresos declarados podrán ser motivo de fiscalización, e incluso podrían dar lugar a sanciones tributarias si se detectan inconsistencias.
Para el turismo chileno, en particular el de compras y escapadas de fin de semana, esta nueva regulación argentina puede implicar una reducción en el flujo de visitantes, especialmente en las fechas clave del calendario comercial. Comercios del retail, outlets y locales de electrónica podrían notar una baja en el consumo proveniente de turistas argentinos, un segmento que históricamente ha sido relevante en ciudades del centro y norte de Chile.