Prochile Coquimbo promueve en FIT el Valle del Limarí

Cuatro comunas de la región estuvieron presentes con sus propuestas en la Feria Internacional de Turismo realizada en Buenos Aires. Astroturismo, turismo rural y “chocolate solar” entre las propuestas.

El Valle del Limarí dio a conocer las propuestas de algunos de sus destinos emergentes en ocasión de la Feria Internacional de Turismo de Buenos Aires, donde ProChile Coquimbo estuvo presente con prestadores que invitaron a conocer y difundieron los atractivos naturales y las experiencias que se pueden vivir durante un viaje por la región. Esas empresas viajaron gracias a ProChile, con el cofinanciamiento del Programa de Capacitación Internacional para Zonas Rezagadas.

Elizabeth Navarro, directora de Turismo Delfines, participó como representante de Productos Agustina, un taller artesanal de chocolates de la sección de Cogotí —cerca de Combarbalá— que hizo del sol el ingrediente clave de sus bombones y alfajores. Se trata de chocolates que se elaboran sin usar gas para fundirlos, ya que el producto se mantiene inalterable con la energía solar. Así los productos —como el bombón de nuez con manjar y chocolate amargo, naranjas confitadas o alfajores de quinoa— resultan no solo sabrosos, sino amigables con el ambiente. En cuanto a Turismo Delfines, es un operador regional con 23 años de actividad, que ofrece todas las experiencias y destinos del Valle del Limarí. “Es un valle precioso: lo más lindo de ese valle es su gente, sus estrellas, la ruralidad, la atención, los paisajes”, explicó Navarro, destacando la cercanía con La Serena y la necesidad de potenciar la oferta local. “Lo estamos haciendo con ProChile, en este caso con las zonas rezagadas, dándoles empuje en este tipo de ferias internacionales y toda nuestra expertise en servicios”.

El Valle del Limarí no tiene un turismo masivo —resaltó— de modo que uno se encuentra con un entorno casi exclusivo para cada visitante. A pesar de las distancias, ya que a veces la gente encuentra que es lejos, pero cuando uno va viendo el destino y el paisaje se va enamorando y ya no quiere retroceder, siempre quiere avanzar. Tenemos arqueología, estrellas, ríos, paisajes, cerros, la gastronomía típica. Hay mucho de lo que ir enamorándose pueblo por pueblo y localidad por localidad”, agregó Navarro.

También estuvo presente Nelson Veas, socio y fundador del complejo turístico Valle del Sol, ubicado en la localidad de Caren, comuna de Monte Patria, en la parte alta del valle. “Nuestro enfoque como proyecto —dijo a Rèport— es buscar la mejor condición natural que tenemos, que son los cielos. Queremos explotar el sector a través de la astronomía,  la fotografía y el trekking: es muy poderoso el tema de los petroglifos y la historia de los diaguitas; queremos ofrecer al turista algo inolvidable a través de la experiencia, pues tenemos cielos absolutamente oscuros”

Caren es un pueblo patrimonial, ahí se hizo parte de la conquista de Chile. Su centro histórico es de casas de adobe construidas en línea y su iglesia fue declarada patrimonio. Como localidad, estamos en proceso de rescatar nuestro patrimonio, y estamos postulando algunos proyectos, trabajando con universidades que puedan hacer un estudio y rescatar la parte histórica del pueblo”, explicó Veas. Uno de los objetivos es instalar plataformas astronómicas para la observación del cielo: “Estamos trabajando desde hace unos dos años, tenemos que hacer mucho todavía para tener un lugar donde desarrollar el tema astronómico y a la vez capacitar gente, incluyendo guías de astroturismo y guías de trekking”, comentó el representante de Valle del Sol. “Además, hay que trabajar la solidaridad, el emprendimiento, la asociatividad, tenemos que ser más austero en el uso de los recursos. Vamos a demorar unos años, pero creo que podemos ser un muy buen lugar para el desarrollo del turismo astronómico. El desarrollo del turismo va a pasar por una gobernanza local, por lo que nosotros, las personas comunes y corrientes, seamos capaces de integrar al territorio. Necesitamos tiempo, calidad, capacitación, estar todos juntos”, concluyó Veas.

Por su parte Marcela Iriarte Pizarro presentó el emprendimiento Corral de Amansa Racional Cuna del Sol, ubicado en la localidad de Chañaral de Carén, a unos 30 kilómetros de Monte Patria. “Somos un pequeño villorrio ubicado entre dos pueblos un poco más grandes, y debemos nuestro nombre a un milenario y maravilloso arbusto que es el chañar”, explicó Iriarte Pizarro. En Chañaral de Carén, un pueblo de familias muy antiguas, se desarrollaron las terrazas diaguitas, que tienen excelente visión nocturna para el astroturismo. “Hemos complementado esto con lo principal que hacemos, que la amansa de caballos, pero una doma sin violencia, sin castigo, sin maltrato alguno para el animal”, precisó.

“El amansador empieza a hacer sonar el arpa y con sus acordes, iluminado por la luna llena. En un inicio el caballo está inquieto, pero rápidamente, gracias a la buena energía de la luna, de los acordes del arpa, de la vibración, toma confianza y empieza a acercarse al amansador. Cuando esto ocurre, es el amansador quien acepta al caballo y comienza una comunicación no verbal, maravillosa, extraordinaria. Es un efecto casi mágico”, agregó Iriarte Pizarro. Cuando se recibe a turistas, la actividad también se puede hacer de día, bajo la energía del sol. Los visitantes interactúan con los animales: no solo presencian sino que realizan parte de esta doma natural, además de otras actividades como ordeñar las cabras o participar del proceso de elaboración de quesos.

A cinco minutos de Cuna del Sol se ofrecen lugares para dormir y comer que pertenecen a socios colaborativos de la mesa comunal de turismo. Además, en las cercanías se encuentra la última mina de lapislázuli y se pueden visitar los talleres de orfebrería, donde los turistas pueden hacer sus propias joyas. También hay lugares donde realizar joyas con fibras naturales y se pueden recorrer pequeños villorrios de arquitectura tradicional: “En la comuna rural de Montepatria tenemos 222 pueblos para visitar, tan cercanos que se puede ir a caballo”, precisó Iriarte Pizarro. 

En cuanto a la gastronomía, se pueden probar recetas ancestrales con carne de cabrito, queso de cabra y la escabechada, una receta antigua que es el producto más representativo de la región. 

Finalmente, María Angélica Díaz presentó el Sendero Wenuleufü, en la localidad Higuera de Rapel. Su nombre viene del mapudungún y significa “río de estrellas”. “Hacemos un turismo vivencial en base a tradiciones de nuestros ancestros, practicamos la sustentabilidad, la economía circular, y todo lo que hacemos es una actividad familiar. Tenemos servicios de turismo de naturaleza. Lo que más se puede destacar es que las personas llegan para vivir una experiencia, alejarse del ruido de las ciudades, desconectarse”, explicó la responsable del emprendimiento. “Recibimos al turista cinco integrantes de la familia, todos estamos conectados con lo mismo. El turista puede hacer la experiencia solo o acompañado por alguno de nosotros, de forma muy personalizada, muy cercana”, agregó.

Después de presentarle la propuesta al visitante, se le ofrece la posibilidad de caminar solo o acompañado, y también se le brinda un canasto para que coseche su propia fruta, con degustaciones bajo los árboles. Luego se termina con una mateada en cocinas de leña, como una conversación entre amigos. “Esta actividad se hace todo el año, de lunes a domingo, ya que nosotros vivimos en el lugar, somos parte del lugar, entonces de fruta y otros productos tenemos gran variedad todo el año. Hay una rotación de cosecha, una circularidad. Además, la sustentabilidad tiene que ver que nosotros todos lo hacemos bajo una mirada de conservación”, explicó Díaz.

En Sendero Wenuleufü también hay con hornos solares, ya que el sol es una de las características más notables de estos valles, y se cuenta con un domo 100% sustentable, con un telescopio y mirador para las observaciones astronómicas. 

En el valle se elabora pisco y la especialidad local es el cabrito al romero, junto con tortillas al rescoldo. “La gastronomía es una característica muy propia de las comunidades de estos valles, ya que la conservamos tal cual como nuestros ancestros. Yo por ejemplo hago el café de higo, un producto muy ancestral, todo hecho a mano, a fuego lento, como lo hacían antes. Esa experiencia para un turista es trasladarlo un poco al pasado, es un turismo emocional”, concluyó Díaz.

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