Chile presentó un Decálogo de Buenas Prácticas para el Turismo Marino-Costero, una guía elaborada de forma participativa para ordenar el crecimiento de la actividad en el litoral y reducir su impacto ambiental. El documento fue impulsado por el Ministerio del Medio Ambiente, Subpesca, Sernapesca y el Proyecto GEF Gobernanza Marino-Costera.
Chile cuenta con más de 6.400 kilómetros de costa y algunos de los ecosistemas marinos más valiosos y frágiles del planeta. El crecimiento del turismo en caletas, bahías, islas y áreas protegidas ha generado nuevas oportunidades para comunidades locales, pero también mayores presiones sobre la biodiversidad y las prácticas tradicionales del borde costero. Para responder a estos desafíos, autoridades y actores del sector presentaron el Decálogo de Buenas Prácticas para el Turismo Marino-Costero, una guía colaborativa destinada a promover un desarrollo turístico responsable y alineado con la protección ambiental.
La herramienta fue elaborada por el Ministerio del Medio Ambiente, la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura (Subpesca) y Sernapesca, como parte del Proyecto GEF Gobernanza Marino-Costera, implementado por FAO en Chile. Su objetivo central es reducir los impactos de la actividad turística y orientar a operadores, guías, comunidades y visitantes hacia estándares de manejo sustentable.
La preparación del decálogo se desarrolló mediante un proceso participativo que involucró a autoridades regionales, organizaciones sociales, pescadores y pescadoras, trabajadores del turismo, centros de investigación y representantes de Sernatur, Conaf, Corfo y programas estratégicos regionales. Los encuentros se realizaron en diversas zonas del país, entre ellas Cisnes, Caleta Chañaral de Aceituno, Punta de Choros y La Serena.
Para Maximiliano Proaño, subsecretario del Medio Ambiente, este documento “es un paso clave en la consolidación de un turismo marino-costero sustentable, porque reconoce el valor de nuestros ecosistemas y el rol de las comunidades que los resguardan”. Desde Sernatur Coquimbo, el director (s) Jorge Robledo destacó que el decálogo surge como respuesta directa a los desafíos detectados en los seminarios y clínicas “Destinos Azules”, especialmente en materia de educación turística, normativa vigente y formalización de servicios.
El documento no se plantea como un conjunto rígido de reglas, sino como un acuerdo colectivo que busca ordenar la actividad y promover un turismo que beneficie a las comunidades sin comprometer los ecosistemas costeros. Agrupaciones locales como CREARH del Archipiélago de Humboldt valoran que “todos los actores del turismo hablen un mismo lenguaje”, mientras que la coordinación entre conocimiento científico y gestión pública fue destacada por Manuela Erazo, coordinadora del Proyecto GEF de FAO Chile.
El decálogo enfatiza la protección de la naturaleza, el respeto al patrimonio cultural y la seguridad en la realización de actividades turísticas. También promueve entornos inclusivos y libres de discriminación, con atención especial a niños, mujeres, personas con discapacidad y visitantes en general. Entre los lineamientos operativos se incluye avanzar en la formalización de los servicios, registrar flujos de visitantes, cumplir la normativa vigente en áreas protegidas y fomentar la colaboración entre emprendimientos. Asimismo, se invita a incorporar la identidad local en la oferta turística y a fortalecer la coordinación territorial para una gestión equilibrada del borde costero. Para regiones como Aysén, el documento representa un punto de inflexión. Según Johanna Zajc, del Programa PER Turismo Aysén, se trata de una “hoja de ruta que alinea crecimiento económico y conservación marina, con herramientas consensuadas para garantizar experiencias memorables minimizando impactos”.

